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ROZANDO EL ALMA: GRUPO CASIOPEA LITERARIO


miércoles, 23 de septiembre de 2009

ROCE CLANDESTINO por Patricia Torres



Roce clandestino

La lujuria y el deseo no son las únicas que provocan una atracción irresistible, irracional. Quienes tienen la mayor responsabilidad de esos hechos que algunos pueden considerar delictivos, son las bocas.
Esas dos bocas que se provocan en una forma enloquecida, que se atraen y se esquivan para no caer en el terrible pecado de un encuentro furtivo.
Con la colaboración de la mirada que no desiste en posarse sobre el objeto causante de tal desenfreno, dirigiéndose con insistencia de los ojos a los labios, de los labios a los ojos.
Palabras vacías, sin un sentido valedero emanan heroicas para ocupar espacios, los espacios que deberían llenarse de besos.
Se producen encuentros torturantes para esos labios que inventan un rechazo y en cada uno de ellos la lucha se repite. Se apartan escurridizos como si el aliento tibio y húmedo los repeliera o escandalizara en lugar de atraerlos, escapando así al desafío provocado por ese cruce clandestino.
Nada ni nadie podrá detener esta reacción que ya se ha desencadenado, tan sólo podrán demorarla.
Las batallas libradas no poseen ningún sentido. Desgastaron a los cuerpos, que cansados, vencidos, agotados por la resistencia inútil mantenida para evitar la caída al vacío producida por ese, hasta el momento imaginario, roce carnoso, se quedan dormidos. Las bocas con pícaras y cómplices sonrisas aprovechan el descuido, se acercan, se respiran, se tocan con timidez, se humedecen, se acarician, se juegan, se aprietan, se muerden, se duelen, se gozan, hasta hacer despertar a los cuerpos, que esta vez no pueden escaparse ni ser ajenos, al magnetismo hechicero provocado por el delirio desatinado que produce un beso.

Patricia Torres
(del libro: Rozando el alma)

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