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"Queremos que cada palabra ilumine tu rostro, roce tu alma, te eleves y echemos juntos a volar"




ROZANDO EL ALMA: GRUPO CASIOPEA LITERARIO


lunes, 25 de octubre de 2010

Seducción en si bemol por PATRICIA TORRES


Quedó solo en medio de la sala.
Ni un sonido brota de sus teclas.
Las cortinas añoran la música que las ayuda a justificar el descocado coqueteo que improvisan con el viento mientras las hace bailar.
Sin la música quedan expuestas y su romance descubierto.
Le susurran ayuda al oído, pero el piano, aparentando indiferencia, no les responde, mientras espera esas manos, que camufladas de arte, le proporcionarán las caricias que le darán vida.

viernes, 15 de octubre de 2010

ENVOLTORIO por PATRICIA TORRES


El hombre recibió la noticia como si tal cosa, dijo la gente luego de observar su conducta.
Se quedó parado, con las manos en los bolsillos, la cabeza semi erguida. Apoyado contra la pared, con una pierna enroscada en la otra. Los ojos fijos en un mismo punto, ni un leve pestañeo los humedecía, la boca esculpida en el gesto de siempre, sin mueca ni simulacro. Los músculos de la cara y el cuerpo colocados en su lugar, en forma ordenada y rutinaria.
No se le movió ni un pelo, añadió una vieja chusma y malintencionada que cobraba vida con la saña de sus comentarios. En la ceguera producida por la visualización de la superficie no pudieron percibir que las vísceras del hombre estaban paralizadas por el desconsuelo.

viernes, 1 de octubre de 2010

DELETE por GRACIELA ZECCA


“Comenzó a recordar con mas precisión los objetos que habían poblado su vida”
al releer el diario íntimo que hacia tantos años atrás había escrito, en él pudo comprobar que alguna vez tuvo una muñeca de porcelana vestida de gitana, un oso de peluche negro y blanco, un arlequín de colorido ropaje verde y amarillo, con cascabeles en su gorro. Muñecos que le fueron regalados en su octavo cumpleaños.
Al seguir leyendo se acordó de la cajita de música a cuerdas, de la cual al abrirla una graciosa bailarina vestida de blanco, giraba al compás de la música de un vals vienés.
Cuanto tiempo esa melodía acompañó sus sueños no lo recordaba, y menos aún el destino de la misma.
Comprobó que alguna vez tuvo una gran colección de discos de vinilo en la que sobresalían, Los Beatles. Levemente sonó en su cabeza: Let it be, pero ni siquiera pudo acordarse de la letra.
Trató de seguir leyendo con más atención para recordar a los integrantes de una foto pegada en una de las páginas. Caras desconocidas en este momento, pero que intuyó que alguna vez fueron parte de su vida. Al verlos sonrientes dedujo que fueron tiempos felices que compartieron con ella.
Sin embargo le costó verse ahí retratada. Buscó un espejo y se miró en él. Sintió pesar y tristeza, no se reconocía.
Era la imagen de una extraña la que se reflejaba.
Fue hasta la cocina donde se hallaba el hombre que decía ser su marido y le dijo:
- acabo de darme cuenta que no sé quien soy, no pretendas que recuerde quien eres o que haces en mi vida, solamente deberé creerte que no me estas mintiendo.
Él se acercó para abrazarla. Rodaron sobre sus mejillas lágrimas. En ese momento comprobó con veracidad el diagnóstico del médico. Pensó: tan cerca y tan lejos, la voy perdiendo cada día. Se preguntó: -¿como podré llenar ese abismo que nos separará aún más con el tiempo?
Dejó de pensar para abrazarla con todas sus fuerzas, quizás seria la última vez que ella se dejara abrazar.


[1] (del cuento: Los objetos de Silvina Ocampo)